Día
de estreno (21-3-1977) Día critica (26-3-1977)
Un
común denominador de opiniones cruzadas ante una película que fue
noticia antes de su estreno por la prohibición total y rápida a
cargo de la censura, se centra en que «Placeres ocultos» es el
mejor trabajo de Eloy de la Iglesia como director de cine.
Condiciones de su sentido de la oportunidad narrativa nos las ha dado
antes el joven realizador sobre todo con «La semana del asesino» en
la que ubicaba a un personaje increíble en una situación insólita
y lograba que entráramos en el cuento. Con «Los placeres ocultos»
Eloy ha sacado un tema tabú si se toma en serio. No lo es a nivel de
revista teatral, ni de chanza grosera. Me estoy refiriendo a la
homosexualidad. Eloy de la Iglesia ha situado el hecho en un contexto
social con las precisas proporciones. Si el filme se le va en algún
momento, lo que no se desdibuja jamás es él personaje central. El
homosexual, hombre poderoso, un ser que ha de recurrir al engaño y
al disimuló desde los esquemas que la sociedad ha establecido. El
hombre sabe actuar como corruptor porque esto entra en el juego. Pero
cuando se trata de establecer una relación que no tiene su lugar en
la sociedad —y ni siquiera puede realizarse porque no es
correspondida— el personaje vacila y surge el dramatismo. Eloy de
la Iglesia contrapone caracteres y situaciones con buen pulso.
Realiza un filme molesto para algunos, osado para otros, pero que
tiene el valor de ver un problema con una nueva óptica. Y el mérito
de crear un personaje verosímil con la mejor interpretación de un
actor que se prodiga en nuestras pantallas: Simón Andreu. La mejor
película de Eloy" de la Iglesia, la interpretación más
notable de Simón Andreu. En el relato sobre «paja»—hay
situaciones que se evidencian sin necesitar ahondar en ellas— y
algunos personajes secundarios no tienen la medida precisa. Pero los
aciertos de «Los placeres ocultos» son muchos más que los fallos.
— Angeles MASO
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