domingo, 23 de agosto de 2015

La tía Tula (1965)

Día de estreno (29-3-1965) Día critica (30-3-1965)

«La tía Tula» es la versión filmada de la novela de igual título de don Miguel de Unamuno. Este es un autor poco adaptable al cine. Las versiones que se han hecho de otras obras suyas no han sido afortunadas. La imagen no es siempre apta para expresar el pensamiento si éste traduce ideas demasiado complejas, la problemática unamuniana lo es en grado sumo. Tanto sus tramas novelísticas como sus personajes, son siempre «esenciales», «existenciales», con una urdimbre a veces un poco simplista, pero con un trasfondo complicado, profundamente humano. En esa obra recia y sólida no queda espacio a lo accesorio, a lo episódico, a lo marginal. Sin embargo, Miguel Picazo nos demuestra en «La tía Tula» que la interpretación cinematográfica de lo unamuniano es harto posible. Don Miguel desdeñaba aparentemente todo aquello que no fuese indispensable e importante pero lo restante lo sugería, lo insinuaba. Todo consiste, en consecuencia, en no desdeñar lo primero, es decir, lo «esencial» pero incorporarle lo que falta: el clima, las circunstancias occidentales, la anécdota menuda. El sistema empleado por Picazo ha dado un feliz fruto. Si algo se puede reprochar a este animoso cineasta es que en su afán de arrojar y ambientar adecúadamente las ideas centrales se ha extendido acaso un poco más de lo preciso en lo accesorio. Picazo ha salpicado la película de un montón de escenas que crean el ambiente: los coros infantiles que cantan tonadillas de la época; la fiesta de la despedida de soltera de una amiga de «Tula»; las visiones de la vida doméstica; el diario bregar con los chiquillos, hijos de «Ramiro» y sobrinos de «Tula». Sobre esa expresiva descripción provincial, llena de vivacidad y de brillantez, la figura de la protagonista adquiere un relieve soberano, una magnífica fuerza existencial. La cinta ha variado el desenlace y ha comprimido, en relación al tiempo, la acción de la historia. Pero estas libertades no han dañado el interés incuestionable del relato. Este alcanza una gracia delicada y humana dentro de la cual la figura de la tía «Tula» es como un ser vivo, como una fuerza casi tangible, realidad vital de la que Aurora Bautista, en un arranque de verdadera inspiración, hace una creación conmovedora. Miguel Picazo revela ser un realizador concienzudo y virtuosista. Hay acierto puramente estéticos, plásticos, de primera fuerza. También hace alarde de una constante lucidez en la plasmación de la figura de la recia heroína. Ya hemos dicho que Aurora Bautista está magnífica. Es sin duda su más vigorosa, subyugante y emotiva creación, por la que ha obtenido altos galardones. Le sigue en méritos Carlos Estrada en la figura de «Ramiro». El acierto del realizador no ha sido aquí tan completo. La figura queda más vacilante. Pero no ciertamente, por culpa del actor, que está muy bien. Por la pantalla vemos desfilar a un brillante elenco artístico, del que destaca: Enriqueta Carballeira, José M." Prada e Irene G. Caba. «La tía Tula» obtuvo el premio «Perla del Cantábrico» en el Festival de Cine de San Sebastián y el primer premio en el Festival de Prades (Francia). Aurora Bautista el premio de interpretación femenina en el festival de Mar del Plata. A. MARTÍNEZ TOMAS.




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