Día
de estreno (29-3-1965) Día critica (30-3-1965)
«La
tía Tula» es la versión filmada de la novela de igual título de
don Miguel de Unamuno. Este es un autor poco adaptable al cine. Las
versiones que se han hecho de otras obras suyas no han sido
afortunadas. La imagen no es siempre apta para expresar el
pensamiento si éste traduce ideas demasiado complejas, la
problemática unamuniana lo es en grado sumo. Tanto sus tramas
novelísticas como sus personajes, son siempre «esenciales»,
«existenciales», con una urdimbre a veces un poco simplista, pero
con un trasfondo complicado, profundamente humano. En esa obra recia
y sólida no queda espacio a lo accesorio, a lo episódico, a lo
marginal. Sin embargo, Miguel Picazo nos demuestra en «La tía Tula»
que la interpretación cinematográfica de lo unamuniano es harto
posible. Don Miguel desdeñaba aparentemente todo aquello que no
fuese indispensable e importante pero lo restante lo sugería, lo
insinuaba. Todo consiste, en consecuencia, en no desdeñar lo
primero, es decir, lo «esencial» pero incorporarle lo que falta: el
clima, las circunstancias occidentales, la anécdota menuda. El
sistema empleado por Picazo ha dado un feliz fruto. Si algo se puede
reprochar a este animoso cineasta es que en su afán de arrojar y
ambientar adecúadamente las ideas centrales se ha extendido acaso un
poco más de lo preciso en lo accesorio. Picazo ha salpicado la
película de un montón de escenas que crean el ambiente: los coros
infantiles que cantan tonadillas de la época; la fiesta de la
despedida de soltera de una amiga de «Tula»; las visiones de la
vida doméstica; el diario bregar con los chiquillos, hijos de
«Ramiro» y sobrinos de «Tula». Sobre esa expresiva descripción
provincial, llena de vivacidad y de brillantez, la figura de la
protagonista adquiere un relieve soberano, una magnífica fuerza
existencial. La cinta ha variado el desenlace y ha comprimido, en
relación al tiempo, la acción de la historia. Pero estas libertades
no han dañado el interés incuestionable del relato. Este alcanza
una gracia delicada y humana dentro de la cual la figura de la tía
«Tula» es como un ser vivo, como una fuerza casi tangible, realidad
vital de la que Aurora Bautista, en un arranque de verdadera
inspiración, hace una creación conmovedora. Miguel Picazo revela
ser un realizador concienzudo y virtuosista. Hay acierto puramente
estéticos, plásticos, de primera fuerza. También hace alarde de
una constante lucidez en la plasmación de la figura de la recia
heroína. Ya hemos dicho que Aurora Bautista está magnífica. Es sin
duda su más vigorosa, subyugante y emotiva creación, por la que ha
obtenido altos galardones. Le sigue en méritos Carlos Estrada en la
figura de «Ramiro». El acierto del realizador no ha sido aquí tan
completo. La figura queda más vacilante. Pero no ciertamente, por
culpa del actor, que está muy bien. Por la pantalla vemos desfilar a
un brillante elenco artístico, del que destaca: Enriqueta
Carballeira, José M." Prada e Irene G. Caba. «La tía Tula»
obtuvo el premio «Perla del Cantábrico» en el Festival de Cine de
San Sebastián y el primer premio en el Festival de Prades (Francia).
Aurora Bautista el premio de interpretación femenina en el festival
de Mar del Plata. A. MARTÍNEZ TOMAS.
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