domingo, 23 de agosto de 2015

EL DIPUTADO (1978)

Día de estreno (20-10-1978) Día critica (25-10-1978)

Eloy de la Iglesia nos hablaba hace unos días de su atracción por los temas en que intervenían marginados sociales. En «El diputado» ha buscado en la realidad más inmediata un modo de unir su preocupación como autor a la necesidad de encontrar un público seguro. Basta la elección de los principales intérpretes, María Luisa San José, José Sacristán y el joven José Luis Alonso, figuras aceptadas por el espectador y por la crítica. No hay duda de que José Sacristán se halla en la cresta de la ola de la actualidad cinematográfica de nuestro país como lo paterniza el hecho de que su nombre se halle unido a las películas de más rendimiento, y al mismo tiempo que haya recibido un premio en el último Festival de San Sebastián. Lo mismo puede decirse de la temática. Su presentación de la homosexualidad en «Los placeres ocultos» fue también enormemente rentable. O sea que en este caso parece que va por buen camino en cuanto a la aceptación del público. Respetando todos los móviles culturales e intelectuales de un autor de cine, está claro que cada vez los riesgos económicos pueden ser más catastróficos y que la comercialidad cuenta bastante en la trayectoria de un realizador. En «El diputado» se presenta el problema de un político español de la actualidad —todo parecido una coincidencia, según dice al comienzo da la película— que no puede asumir su carácter de homosexual sin renunciar a su porvenir político. Es decir, la derecha —puesto que se trata de un representante de un sector de la izquierda— aprovecha su homosexualidad para darle un golpe certero que puede apartarle de su carrera. Y como la cinta está realizada con todo realismo —incluso con connotaciones políticas reales a nivel de crónica en la época, Arias, con Bardem en la cárcel haciendo de Bardem— es de suponer que el diputado izquierdista difícilmente puede conservar su puesto después de que los acontecimientos se hallan desarrollado como los guionistas lo han previsto. La película, explicada en el tono apasionado que es caro al director —y que tiene muchos adeptos entre los cuales me cuento— no repara en datos para que podamos extraer las consecuencias que Eloy desea: En el contexto de las libertades del hombre, la libertad sexual no cuenta para los políticos de hoy. No en vano De la Iglesia es un cineasta que ha puesto una de las primeras piedras en la defensa dé la libertad sexual como uno de los derechos de la ciudadanía. — Ángeles MASO.




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