Día
de estreno (17-2-1967) Día critica (19-2-1967)
Carmen
Sevilla, tras varios años de alejamiento de las pantallas, ha hecho
una «rentrée» espectacular. En «Camino del rocío», una cinta
con muchos y variados atractivos, la excelente actriz y cantante ha
realizado una de sus creaciones más brillantes. Está desenvuelta,
graciosa, encantadora. Tan atractiva, en suma, como en sus más
fragantes años de muchacha soltera. La película es una realización
de Rafael Gil, uno de los dos o tres cineastas españoles con sólidos
méritos. Ni «nueva ola» ni viejo estilo. Gil ha tomado de las
modernas técnicas el dinamismo, la ligereza y el vigoroso sentido
plástico, pero ha eliminado lo extravagante, esotérico e
incoherente. Cuando se visiona una película de Rafael Gil, se tiene
la certidumbre que no nos invitará a descifrar charadas. La película
tiene un fondo folklórico, de hondo sentido popular, Está basada en
la novela de Pérez Lugin «La virgen ya entró en Triana». El
argumento tiene un cierto fondo social. Ya en la época del famoso
novelista, muerto hace casi cuarenta años, el señoritismo andaluz
era un lamentable fenómeno social, supervivencia de un feudalismo
que tiende a extinguirse pero que todavía se esfuerza por
sobrevivir. «Alberto», personaje magníficamente interpretado por
Arturo Fernández, es un típico espécimen de ese estrato social tan
odioso, frente a él, la figura de «José Antonio» el hombre fiel y
honrado, que encarna Paco Rabal, es la expresión de una hombría
absoluta, en la que resplandecen las mejores virtudes masculinas.
Entre ambos personajes, la figura de «Esperanza» viene a ser como
una plasmación vital y palpitante de una apasionada mujer solicitada
por influjos contrarios. La intriga argumental responde al estilo
literario de Pérez Lugin, que fue también autor de otras novelas
arquetípicas, como «La casa de la Troya» y «Currito de la Cruz»,
fieles reflejos de una época y de su problemática. Rafael Gil ha
llevado esta historia a la pantalla de un modo colorista y vibrante.
Ha sabido dar su importancia a lo folklórico, pero dotándolo de su
correspondiente proyección social. Todo el multicolor costumbrismo
que impregna la película, es la consecuencia de una realidad viva.
Las imágenes que desfilan por la pantalla de la famosa Feria de
Sevilla y de la Romería del Rocío, son de una luminosidad, de un
embrujo y de una alegría que seduce. Carmen Sevilla, que en el curso
de la película interpreta tres bellas canciones de Augusto Algueró,
consigue como actriz revalidar y aún acrecentar sus anteriores
éxitos. Está muy en su papel Paco Rabal, excelente Arturo Fernández
y muy vivaz y graciosa Conchita Goyanes. En otros papeles del reparto
se destaca la eficiente labor de Julia Caba Alba, Guillermo Marín y
María Luisa Ponte. — A. M. T.
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