domingo, 23 de agosto de 2015

LOS TARANTOS (1963)


Día de estreno (2-12-1963) Día critica (4-12-1963)

«Los Tarantos» es la historia de dos familias gitanas, arraigadas en Barcelona, que viven en constante conflicto moral y personal, porque pertenecen a clases sociales diferentes. Los «Tarantos» son pobres y llevan una vida misérrima en el barrio del Somórrostro, mientras los «Zorongos» son una familia acomodada, «chalanes» de rango, que viven con todo el decoro que les permite su dinero. Entre estos dos clanes existe una mutua hostilidad, nutrida de pequeñas, pero irritantes discordias de entes y de ahora. Na se llega al clima dramático de la rivalidad entre los Capuletos y Mónteseos, de la tragedia shakesperiana, pero algo amenazante y de augurio sombrío flota en el ambiente. Un día la bonita hija de los «Zorongos» se enamora de un gitano apuesto, al que conoce en una fiesta popular. El azar, el irónico y a veces despiadado azar, hace que el gitano pertenezca a la familia de los «Tarantos». Cuando ambos descubren que pertenecen a clanes rivales, el amor ya ha hecho de las suyas. El alma ardiente de los enamorados se muestra dispuesta a salvar su pasión, aun a costa de todos los riesgos. La película es la versión filmada de una comedia dramática de Alfredo Mañas, estrenada en Madrid hace dos años. El director del film, Rovira Beleta, ha llevado a cabo un gran esfuerzo para dotar a la realización de la mayor fluidez y alejarla cuanto le fúe posible de la pauta teatral. En este aspecto el logro dé la cinta es muy afortunado. La película resulta dinámica, suelta, ágil... En ocasiones un poco desflecada, a nuestro juicio, por una sobrecarga de folklorismo, pero siempre expresiva y subyugante. El mundo barcelonés de los gitanos, tan «sui generis», no había tenido hasta ahora quien lo llevase al cine con toda su centelleante emoción. Es un mundo con destellos de originalidad, gracia y colorido, que por lo espontáneo, apasiona hondamente. A pesar de lo cual la trama de la historia, remedo, en cierto modo, de la de «Romeo y Julieta», queda sumergida en exceso por el pintoresquismo. Rovira Beleta ha recogido lo que hay en la historia de vigorosa palpitación popular, traduciéndola en unas imágenes generalmente bellas y emotivas. Un «ballet» que se desenvuelve en la Rambla barcelonesa durante una madrugada, constituye un mágico acierto coreográfico. La película cuenta en su favor con una baza fuerte. La de la casi constante presencia en la pantalla de Carmen Amaya, en la figura de la madre de los «Tarantos». La gran bailarina, que dice adiós para siempre desde la pantalla a este pueblo que la admiraba tanto, se muestra una actriz de temperamento vivaz y apasionado, que en muchos momentos alcanza brillantes cimas de expresión dramática. La secundan con una eficacia muy notable el excelente actor Antonio Prieto, la joven actriz Sara Lezama y el galán Daniel Martín, que está muy en carácter.—A. MARTÍNEZ TOMAS




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