Día
de estreno (2-12-1963) Día critica (4-12-1963)
«Los
Tarantos» es la historia de dos familias gitanas, arraigadas en
Barcelona, que viven en constante conflicto moral y personal, porque
pertenecen a clases sociales diferentes. Los «Tarantos» son pobres
y llevan una vida misérrima en el barrio del Somórrostro, mientras
los «Zorongos» son una familia acomodada, «chalanes» de rango,
que viven con todo el decoro que les permite su dinero. Entre estos
dos clanes existe una mutua hostilidad, nutrida de pequeñas, pero
irritantes discordias de entes y de ahora. Na se llega al clima
dramático de la rivalidad entre los Capuletos y Mónteseos, de la
tragedia shakesperiana, pero algo amenazante y de augurio sombrío
flota en el ambiente. Un día la bonita hija de los «Zorongos» se
enamora de un gitano apuesto, al que conoce en una fiesta popular. El
azar, el irónico y a veces despiadado azar, hace que el gitano
pertenezca a la familia de los «Tarantos». Cuando ambos descubren
que pertenecen a clanes rivales, el amor ya ha hecho de las suyas. El
alma ardiente de los enamorados se muestra dispuesta a salvar su
pasión, aun a costa de todos los riesgos. La película es la versión
filmada de una comedia dramática de Alfredo Mañas, estrenada en
Madrid hace dos años. El director del film, Rovira Beleta, ha
llevado a cabo un gran esfuerzo para dotar a la realización de la
mayor fluidez y alejarla cuanto le fúe posible de la pauta teatral.
En este aspecto el logro dé la cinta es muy afortunado. La película
resulta dinámica, suelta, ágil... En ocasiones un poco desflecada,
a nuestro juicio, por una sobrecarga de folklorismo, pero siempre
expresiva y subyugante. El mundo barcelonés de los gitanos, tan «sui
generis», no había tenido hasta ahora quien lo llevase al cine con
toda su centelleante emoción. Es un mundo con destellos de
originalidad, gracia y colorido, que por lo espontáneo, apasiona
hondamente. A pesar de lo cual la trama de la historia, remedo, en
cierto modo, de la de «Romeo y Julieta», queda sumergida en exceso
por el pintoresquismo. Rovira Beleta ha recogido lo que hay en la
historia de vigorosa palpitación popular, traduciéndola en unas
imágenes generalmente bellas y emotivas. Un «ballet» que se
desenvuelve en la Rambla barcelonesa durante una madrugada,
constituye un mágico acierto coreográfico. La película cuenta en
su favor con una baza fuerte. La de la casi constante presencia en la
pantalla de Carmen Amaya, en la figura de la madre de los «Tarantos».
La gran bailarina, que dice adiós para siempre desde la pantalla a
este pueblo que la admiraba tanto, se muestra una actriz de
temperamento vivaz y apasionado, que en muchos momentos alcanza
brillantes cimas de expresión dramática. La secundan con una
eficacia muy notable el excelente actor Antonio Prieto, la joven
actriz Sara Lezama y el galán Daniel Martín, que está muy en
carácter.—A. MARTÍNEZ TOMAS
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