domingo, 23 de agosto de 2015

El bueno, el feo y el malo (1968)

 

Día de estreno (7-8-1968) Día critica (10-8-1968)

Como si quisiera confirmar la excepción de la regla, Sergio Leone ha demostrado que sí segundas partes fueron buenas, y ha conseguido con «El bueno, el feo y el malo» superar lo que ya había logrado con «La muerte tenía un precio». Resulta inevitable la referencia a tal película, por cuanto incluso desconociendo la relación entre ellas —guión, director, música, además de los intérpretes— cualquier espectador encontraría idéntico estilo, muy similar planteamiento estético, paridad de ritmo. Pero en «El bueno, el feo y el malo», Leone ha ido mucho más allá en todos los aspectos. Desde las explosiones de violencia, que marcan la principal característica del film, hasta los estudios de expresión de los personajes, en los que se recrea la cámara con auténtica calidad. Pasando, naturalmente, por la extensión, que alcanza longitudes increíbles, sin que en ningún momento —tal vez sea la máxima virtud— decaiga el interés y la tensión a que se ve sometido el espectador. Incluso en los momentos en que la historia juega al escondite con algunas secuencias de batallas, correspondientes a la Guerra de Secesión americana, que no son en absoluto necesarias, pero que han dado ocasión al buen realizador italiano para demostrar cómo sabe mover masas, cómo captarlas en un espectáculo épico de extraordinaria grandeza, y cómo dar belleza a unas imágenes que, en sí mismas, son cruelmente violentas: Capítulo aparte, junto a la labor del director, merece la banda sonora. Cálida en voces y ruidos, cuenta con una música que subraya a la perfección el desarrollo de cuanto ya ocurriendo en la pantalla, estableciendo como un puente sonoro que lleva al espectador, imperceptiblemente, a entrar en el fondo del suceso, le adelanta su índole, completa su dramatismo. Ennio Moricone ha hecho con su música, un auténtico cine sonoro, que corresponde en intensidad de estudio, al hecho por Leone. Y como punto final, la interpretación, mucho más desbordada por Eli Wallach que por su pareja de oponentes, Clint Wastwoqd y Lee Van Cleff, pero igualmente eficaz por parte de los tres, cuyas facciones, captadas en planos verdaderamente increíbles, nos cuentan las reacciones y los impulsos, antes de que las palabras nos los hayan descrito. «El bueno, el feo y el malo» es una muestra casi perfecta del «western a la europea», cuando este género ha encontrado el camino diversivo que le aleja de lo que inicialmente fue su patrón americano. — P.



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