martes, 9 de agosto de 2011

JUGUETES ROTOS (1966)


LA VANGUARDIA (7-6-1967) 

Ya en su primer filme «Del rosa al amarillo», Manuel Summers se nos presentó como un realizador dotado de agudas dotes de penetración y de delicada sensibilidad. En «Juguetes rotos» confirma plenamente aquellas cualidades y desarrolla además una eficaz crítica, profunda y acerba. «Juguetes rotos», pelicula que ya sobresalió en la reciente Semana del Cine Español de Molins de Rey, nos muestra la situación actual de una serie de figuras más o menos preeminentes, pero siempre populares del teatro y la música, del boxeo, el fútbol y los toros. La mayor parte de los personajes muestran en su aspecto, en su rostro envejecido el peso abrumador de los años... y las crueles jugarretas del Destino que los ha precipitado desde el pináculo de la fama y de la prosperidad hasta la casi indigencia. Derrotados y doloridos los personajes hablan un triste, tartajeante lenguaje. Para darle la debida fuerza al contrapunto dramático Summers, en hábil montaje, incluye fragmentos de reportajes de la época de los grandes triunfos de estos seres maltrechos por la vida. El Gran Gilbert —acaso al figura más discutible por su inclusión, Paulino Uzcúdum, Guillermo Gorostiza— y Nicanor Villalta, son las figuras a las que se dedica mayor atención. Se incluyen también, en pinceladas más borrosas, con un relieve menos acusado Ricardo Alis, Hilario Martínez, Luis Villaspín y otros con una participación aún más episódica.. De todos ellos Gorostiza, fallecido poco después de terminarse el filme, es el que adquiere mayor relieve y más humana y trascendente propiedad. El filme es un tremendo alegato contra una sociedad, digamos la occidental, de la despiadada versatilidad de sus masas, de los sustratos sociales más necesitados en los que a veces imperaron el hambre y la incultura y de los que salieron muchachos mejor existencia. Dentro de su montaje rigurosamente documental, el realizador carga las tintas de su humor negro hasta bordear la crueldad. Aunque cierto es que nada se falsifica ni se deforma. La película sólo refleja una realidad que nos resulta tanto más hiriente por cuanto resulta incontrastable su veracidad. La grotesca pirueta del Gran Gilbert, los rostros inexpresivos y las palabras entrecortadas de ancianos que fueron ídolos del «ring», en los que «cada golpe en la barbilla repercutió en el cerebro» y la desamparada expresión de algunos célebres toreros que no parecen haberse recobrado de su caída del pedestal producida por las mismas multitudes, que los encumbraron, son documentos de un tremendo patetismo y encierran graves acusaciones para toda una comunidad social y en especial a su incultura y superficialidad. Pero Summers no se ensaña. Parece mostrar con dolor estos muñones humanos, hacia los que atrae la compasión y sobre los que suscita el remordimiento. La labor de los intérpretes no puede ser criticada. Desempeñan todos, con absoluta propiedad sus propios papeles en la vida. — J. PEDRO MUNTAÑOLA. 




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